Testimonio vocacional de Francisco José Martínez
"¡Ser de Jesús!"
EL INICIO
Fue en el ámbito parroquial donde participaba en el coro y como catequista de confirmación, donde comienza mi camino para descubrir mi vocación. La conversión más fuerte se dio aquí, y a raíz de recibir el Sacramento de la Confirmación. Durante años fui involucrándome más y más en la vida parroquial y viviendo de forma más intensa los sacramentos, la vida interior y las amistades que allí hice, que para mí, hoy en día, son un tesoro. El momento en el que todo cambió fue en una peregrinación al Santuario de la Vera Cruz de Caravaca, en la que llevamos “La Cruz de los Jóvenes” de San Juan Pablo II, que precedió la JMJ de Madrid 2011, en la que un sacerdote nos invitó a un grupo de amigos.
Recuerdo perfectamente el momento en el que la pregunta por ser sacerdote me sorprendió y me derrumbó de todos mis esquemas, estaba llevando la Cruz y de frente tenía el Santuario. Pero aún tardaría unos años en abrir mi corazón a Su llamada. Decir sí fue una de las cosas más complicadas que he podido vivir. Todo me venía a la cabeza: el trabajo, la posibilidad de formar una familia, mis padres, mi hermana, los amigos,… Sin embargo, fue el Señor el que me empujó y realmente hizo milagros en mi vida, especialmente, el año anterior a entrar al seminario. Tomé decisiones en mi vida con una determinación que ahora tiemblo de solo pensarlo. Lo más difícil fue decírselo a mi familia y dejar el trabajo que tanto me gustaba y tanto me había costado conseguir.
ENCUENTRO CON JESÚS
El encuentro con Jesús fue algo paulatino. Él me fue llevando entre Su voluntad y mis tropiezos a poder descubrir su llamada, a poder responder y a ir dejando atrás el hombre viejo… al menos la suficiente para poder seguir haciéndolo hoy en el seminario. El Señor fue poniendo acontecimientos en mi vida que me llevaron a descubirle a Él. La parroquia, los jóvenes en la catequesis de confirmación, la pastoral juvenil… Pero sobre todo, el gran cambio lo dio la oración, la confesión, la dirección espiritual,… en fin, dejarle al Señor actuar en mi vida y en mi historia para poder descubrir el sentido profundo de ésta… y la plenitud a la que me estaba llamando. El encuentro con Jesús no es algo de un momento puntual… sino de cada día. Hacerlo presenta cada día en estos años me ha ayudado a poder ir respondiendo. Él tiene que ser el centro de todo para que la vocación tomar cuerpo en la persona, y eso es lo que intento que Él haga en mi vida cada día. A veces se camina hacia delante, a veces se da un paso hacia atrás; pero estoy convencido que lo importante es no dejar de caminar a su lado…siempre con Él y por Él.
EL HOY DE MI VOCACIÓN
Para mí, hoy, solo puedo dar gracias por todo. Y ese “todo” no ha sido nada fácil… ni lo será en un futuro; pero saber que Él me ha llamado, que lo ha dado todo por mí y que, a pesar de lo que soy, me llama… ¡me basta!. Hoy me basta Él… sólo Él colma todo y me lleva a mirar la realidad como Él, ¡o al menos lo intento! No puedo hablar del hoy de mi vocación sin hablar de dos situaciones clave: la primera, son los Ejercicios Espirituales completos de San Ignacio que pude realizar este verano, sin lo que allí viví, hoy no sé si estaría aquí. El Señor ratificó todo lo que habíamos vivido juntos, respondió a muchas preguntas que llevaba en mi corazón, puso orden en el desorden y me enamoró a cada paso que dábamos, cada día, cada instante,… ¡Ser de Jesús! Esta frase resuena constantemente en mí… fue un regalo, ¡el gran regalo anterior a la ordenación! La segunda situación en la que me encuentro es el diaconado, es el regalo del Señor y de la Iglesia, es el Sí de Dios que se une al mío y es acompañado, ratificado y llevado a cabo por la Iglesia. ¡Ser de Jesús es hoy ser diácono!, ser servidor de todos, con lo que soy, con mis gracias y mis debilidades… pero sobre todo con Él… porque la obra es siempre suya.
Síguenos en