El martes 29 de octubre de 2013, Don José Manuel Lorca Planes presentó a los Seminarios Diocesanos Mayor San Fulgencio, Menor San José y Redemptoris Mater el Plan Pastoral de la Diócesis de Cartagena para este curso 2013-2014, “Salvados en la esperanza. El cielo no está vacío”.

Durante los dos años anteriores, la Diócesis de Cartagena ha centrado su atención en la virtud teologal de la Fe, habiendo sido numerosas las actividades que en esta línea del anuncio evangélico se han llevado a cabo.

Con la presente Carta Pastoral “Salvados en la Esperanza”, se plasma el compromiso adquirido por la Diócesis casi cuatro años atrás, como consecuencia de lo dispuesto en la Encíclica “Deus Caritas Est”, de Benedicto XVI, en la que se establecían unos puntos programáticos a seguir en la Iglesia Universal. Al habernos invitado el Papa a vivir un año de la Fe, a través de la Carta Apostólica “Porta Fidei”, es por lo que se ha vuelto a tener conciencia de la importancia que supone para la toda la Iglesia, la reflexión teológico-pastoral que se ha de desarrollar en nuestra Iglesia local.

Como se establece en la Carta de San Pablo a los Romanos, por la Fe, los cristianos se glorían en el Señor en las tribulaciones, que producen virtud, y la virtud probada, nos conduce a la esperanza, y ésta, no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.

A pesar de nuestras debilidades, el Señor ha apostado por nosotros, mucho más si estamos reconciliados con Él. Es Dios el que sale a nuestro encuentro y da sentido a la vida a través de la Esperanza, pero, ésta se encuentra amenazada. El mundo nos ofrece una serie de presiones provenientes de la cultura, de la sociedad, de la ciencia… en general, de todo lo proveniente del saber humano. Nos ofrece igualmente muchos caminos, pero no nos da caminos de salvación, si no que éstos se encuentran vacíos. Ofrece brillos, fachada, pero detrás de eso no hay más que soberbia y muerte. Hoy en día hay mucha gente que se deja llevar por las apariencias, siendo la primera dificultad de la Esperanza, el pecado.

Nos recordaba Benedicto XVI que la Fe tenía implicaciones sociales, al poner los cristianos nuestras vidas en consonancia con lo que creemos. Sin embargo, la modernidad ubica la creencia en la ciencia, y no en la Fe, encontrándose el hombre con una barrera infranqueable, que es la muerte, y que no puede rebasar. El ser humano no puede ser redimido desde el exterior, sino que ha de hacerlo en el amor, pero un amor que sea capaz de superar a la muerte. Esta inmanencia provoca desesperación en el ser humano, queriendo mucha gente hacerse una Religión a su medida.

Propuso nuestro Obispo un nuevo concepto de razón y de libertad para superar las limitaciones anteriores. Una nueva razón abierta a la Fe, y una nueva libertad que esté abierta a las demás libertades y no a los fundamentalismos. Una libertad que nos haga crecer en el amor de Dios y que nos libere de los escenarios opresores que nos rodean.

Hemos de mantener los ojos abiertos para ver las razones para no caer en la desesperanza y luchar contra todo tipo de esclavitud. No hemos de poner nuestra Esperanza en las cosas contingentes, porque estaríamos condenados a la desilusión. Nuestra gran Esperanza es Dios, que nos concede todo lo que nosotros no podemos alcanzar.

Nuestra tarea ha de ser ayudar a encontrar la luz de Dios que es la Esperanza, en primer lugar, a través del testimonio, y en segundo lugar, y si fuera necesario, con la palabra. Se ha de desenmascarar todo aquello que no salva, e interpretar el sentido de la Revelación. Se ha de predicar la Esperanza de la vida eterna, hemos de vivir según el Proyecto de Dios, hemos de aprender a confiar agarrados a la Cruz ofreciendo nuestro sufrimiento, estando alegres en el Señor, y manteniéndonos en actitud vigilante.

Como líneas de acción a poner en práctica incluidas en el Proyecto, se incluyen la defensa de la vida, el cuidado de las familias, la profundización en la Oración y en la Liturgia, potenciar las vocaciones, ser testigos de Dios allá donde nos encontremos, cuidar a jóvenes, enfermos, pobres y necesitados, porque, la Caridad sostiene la Esperanza.

Para conseguir los objetivos anteriores nos invitó a salir a la periferia, apoyarnos en las vidas de los Santos, participar en los procesos de Beatificación, en la Canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, y en la Beatificación de la Madre Esperanza, que tendrá lugar el 31 de mayo del año que viene.