Como todos los años el Seminario se hace presente en algunos pueblos de nuestra Diócesis de Cartagena para celebrar la Pascua. Este año fueron enviados cuatro seminaristas: Francisco, Antonio y Héctor de cuarto curso y Salvador de segundo curso. Con ellos estuvo acompañando en todo momento D. Jesús Sánchez, formador del Seminario Menor de San José.
El Miércoles Santo por la tarde se incorporaban en la casa parroquial de Valladolises, donde residieron durante esos días. Los recibía el párroco D. Jerónimo, el párroco de las tres iglesias donde los seminaristas han estado los días santos: Valladolises, Lobosillo y Balsapintada.
El jueves santo tuvieron todas las actividades en Valladolises, en la parroquia de La purificación de María. Entre ellas el rezo de Laudes y el sentido del día realizado por Antonio. Visitaron a los impedidos del pueblo a los cuales les dieron la comunión. Muchos de ellos se emocionaron al recibir tan grata visita de los seminaristas, monaguillos y sobre todo al recibir la sagrada comunión. Alguno de ellos pedía también la confesión. Este día tan sacerdotal tuvieron un encuentro con los sacerdotes de la zona. Rezaron la hora sexta y posteriormente compartieron una comida en los salones parroquiales, Sant Yago, en Balsapintada. Por la tarde celebraban los oficios y la hora santa. Los seminaristas junto con el formador velaron por turnos al Señor durante toda la noche en el monumento.
El viernes santo estuvieron en Balsapintada, en la parroquia de “La Purísima” donde rezaron los Laudes y donde seguidamente Salvador nos explicaba el sentido de ese día. Posteriormente, rezaron el vía crucis por los alrededores de la parroquia. Donde los jóvenes de la parroquia llevaron con mucha valentía al Cristo, que por la tarde sería procesionado. A las tres de la tarde los seminaristas rezaron la hora nona. Por la tarde tuvieron los oficios de la muerte del Señor y a las nueve de la noche una oración ante el mismo Cristo que por la mañana fue llevado por los jóvenes de Balsapintada. Los que estuvieron en esa oración destacaban la belleza de los cantos y al mismo tiempo agradecían ese tiempo de oración que vivió todo el pueblo con mucha intensidad ya que no habían tenido la oportunidad de vivir una igual en años.
El sábado santo rezaban los Laudes en Lobosillo. Después el sentido del día que era explicado por Francisco. Allí, junto con los que asistieron, jóvenes y un grupo de niños hicieron un desierto, explicado por Héctor, y dos meditaciones. La primera, Antonio nos hablaba de los discípulos de Emaús; la segunda, Salvador la orientó hacia la Resurrección. Finalmente celebraron la gran Vigilia Pascual en la parroquia de San Antonio de Lobosillo. Lo que ponía fin a esos días fue la Eucaristía de la mañana del domingo en la misma parroquia.
Para Antonio, Francisco, Salvador y Héctor fue un momento donde pudieron vivirlo intensamente en la alegría del compartir, en la oración y la fraternidad. También han podido vivirlo como un momento único en su formación donde pudieron profundizar en la figura sacerdotal, en la que el compromiso, el servicio y la cercanía son actitudes necesarias para seguir al Resucitado como futuros sacerdotes.
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