Antonio López Amor
Antiguo alumno del Seminario Menor de San José
El sábado 23 de noviembre de 2013, la promoción de 1963 celebramos los 50 años de nuestro ingreso en el Seminario Menor de San José, de Murcia.
La mayoría éramos niños de 11 o 12 años, con algunas excepciones de chicos más mayores.
Hoy, profesionales jubilados o a punto de hacerlo, casados, con hijos y nietos, con las excepciones lógicas de soltería.
Desde la óptica de la misión, de los 100, aproximadamente, que iniciamos la andadura, tan sólo tres llegaron a sacerdotes: Alfonso Moya Fernández, de Cehegín, actual Capellán de la Real Basílica Santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca; José Carrasco Pellicer, de Alcantarilla, párroco de la parroquia de El Carmen de Murcia y José Manuel Lorca Planes, de Espinardo, hoy obispo de la diócesis.
En Diciembre de 2009, nos reunimos por primera vez desde que dejamos el Seminario y cada cual siguió su camino en la vida. Estos últimos años hemos venido celebrando varios encuentros entrañables de convivencia y comida.
Por eso, en el momento de cumplirse los 50 años, para rememorar nuestras vivencias, pensamos en vernos en el Seminario en el que vivimos internos unos años de nuestras vidas y en el que recibimos una formación humanística extensa y profunda, a juicio de todos los que hemos comentado el tema.
Y se nos impartió una buena educación, centrada en el futuro sacerdotal en los primeros años, hasta que en 1967 la Dirección consiguió que nos incorporáramos a la educación reglada, examinándonos, como libres, en el Instituto de Educación Secundaria Alfonso X, por lo que al dejar el Seminario, se tenía el Título de Bachiller Elemental o Bachiller Superior, o ninguno, según rendimiento, pero que ayudó mucho a enfocar cada cual su proyecto de vida con una base.
Contactamos con el rector, D. Sebastián Chico Martínez, que se ofreció a que la visita resultara interesante para los acudiéramos a la cita.
Como así ha sucedido. La visita ha sido muy emotiva por lo que significaba para nosotros y por el buen hacer del rector.
Y lo fue, porque la preparó a conciencia, con datos precisos y el tiempo que estuvo con nosotros nos fue contando la historia y los avatares que han afectado a la institución, el método de formación y de preparación de los jóvenes que aspiran a ser sacerdotes y los proyectos que tienen para el futuro.
Nos enseñó cada parte del seminario con su crónica correspondiente, mientras que nosotros íbamos recordando y comentando entre nosotros hechos, vivencias, anécdotas y reviviendo los espacios que visitábamos conforme los guardamos: las salas de estudio, el comedor, la sala de las mesas de pingpong, el piano, la capilla, ...
Cada seminarista tiene su habitación individual con cama, mesa de estudio, medios informáticos y un cuarto de aseo, lo que nos ha llevado a recordar y comentar los dormitorios de aquellos años 60, corridos, divididos en dos cuerpos por un tabique de media altura, por los que discurrían dos filas de cama y armario, cama y armario, pequeño, separadas por un pasillo central, por donde paseaban los sacerdotes vigilantes, hasta que quedábamos dormidos.
Visitamos el patio, nos hicimos la foto de grupo frente a la Virgen Blanca, figura que estaba ya en los años 60, por lo que nos resultaba de lo más familiar y simpática.
Patio por el que paseábamos en doble fila, mirándonos, mientras rezábamos el rosario, los de una fila hacia adelante y la otra hacia atrás y vuelta, al revés.
Patio en el que se encontraba el campo de futbol, la cancha de baloncesto, algún aparato de gimnasia, la piscina, construida esos años, y el huerto de limoneros.
Y acabamos con la visita a la capilla principal, en la que está otra figura entrañable para nosotros, San José, que nos recibía cada vez que entrábamos y nos despedía en cada salida.
Y porque fueron temas de conversación y de gratos recuerdos, nuestro agradecimiento, muy especial, al Rector de entonces, D. Telesforo Hermosilla Cerón y a los profesores D. Pedro Azorín, D. Benito Depaso, D. Silvestre del Amor, D. José Antonio Trigueros, D. Roberto Sánchez, D. Pedro Ortega, D. Fulgencio Fernández, D. Blas Adánez, D. Clemente L. Guirao, D. Adrián Prisuelos, D. Manuel Oliver Narbona, D. Juan Valverde, al que teníamos todos un cariño especial por su bondad, su compromiso y su fortaleza en la defensa de sus creencias, hasta el final de su vida.
Tras la visita, una comida de amigos, de colegas, de compañeros que tienen una parte de su vida común e intensa y que como tal comida, se alargó hasta bien entrada la tarde, en que cada cual volvió a su rutina, no sin antes comprometernos a vernos de nuevo en primavera en cualquier punto de la región de Murcia.
Ver fotos
Síguenos en