Testimonio vocacional de Salvador Alemán
"En el Seminario uno va configurando su corazón con el de Cristo"
Cuando tenía 17 años sentí que el Señor quería algo de mí, y no sólo que fuese todos los días a Misa y tuviese una vida plena en Él, sino algo más profundo. En este momento fue cuando empecé a sentir que Él me estaba llamando, empecé a hablarlo con mi Director Espiritual y junto con él iba discerniendo si esa era mi vocación. Yo sabía que el Señor me llamaba, pero, por el miedo, le decía: “todavía no”. Y todo iba bien, hasta que apareció una chica en mi vida y decidí olvidar mi vocación por estar con ella.
Durante este periodo de tiempo, estudié la carrera de Ingeniero Técnico Agrícola y me puse a trabajar en varias empresas, pero cuando finalicé mi contrato, mi corazón estaba dolido, viviendo la vida por vivirla, buscando un trabajo sin optimismo ninguno, y, en ese momento, recordé que el único que está ahí siempre es Él por lo que volví a retomar la costumbre de ir todos los días a Misa y de volver a llevar una dirección espiritual, el cual me ayudó mucho. Y fue un regalo del Señor que encontrase un muy buen trabajo en Mazarrón el día antes de mi cumpleaños, por lo que yo le daba gracias a Dios por este regalo que me había hecho. Allí conocí a Don Julio y a Don Jose Carlos, los cuales me ayudaron en todo lo que necesité.
Al volver a retomar mi vida de fe, me volvió a surgir esa llamada que Él había sembrado en mi corazón, e hizo que, diez años después, dijese que SI al Señor, un SI con confianza, con certeza y con amor, y poder alcanzar la santidad, a través de Su Voluntad, es decir, a través del sacerdocio. En estos años de seminario, hay momentos de todo, de risas, de llantos, de preocupaciones, de alegrías, de tristezas, de paz,… puesto que uno va configurando su corazón con el de Cristo, y eso conlleva eliminar muchos defectos que uno trae de fuera y, en muchas ocasiones, cuesta mucho hacerlo; pero con la Gracia, se va consiguiendo.
En este curso te das cuenta de que todo llega, y lo que se veía lejísimos en primero, ya en cuarto, ves que son dos años lo que quedan para llegar al sacerdocio, y me pregunto si, llegado el momento, seré capaz de dar el SI más grande que he de dar hasta el momento. Este año, no sin dificultades, tengo esa paz que transmite la oración, esa ayuda y apoyo que me dan mis amigos sacerdotes y mis formadores, para seguir luchando por guardar, defender y llevar a buen término mi vocación, para seguir batallando por llegar a la santidad a través del sacerdocio, cumpliendo la voluntad de Dios.
Síguenos en