Testimonio vocacional de Daniel Aparicio
"No conocía el Seminario y tenía prejuicios, hasta que un sacerdote me invitó a confiar en el Señor"
Inicio
Febrero de 1991, el segundo hijo de una familia mitad lorquina que se va a vivir a Molina de Segura definitivamente pero manteniendo vivamente los vínculos allí. Del testimonio de fe de mi familia empiezo a creer en Dios y a participar en la vida de la Iglesia. A los siete años hice, junto con mi madre y mi hermano la promesa de rezar el rosario todos los días. Y cumplidos los 9 años, tras las catequesis, hago la Primera Comunión. Fue por la familia el celebrarla en el convento de las hermanas Clarisas de Lorca. Un primer encuentro con el Señor precioso: el momento de hablar con el Señor y escucharle. Durante los años del instituto en Molina acompañaba a Misa a mi madre también algunos días entre semana, y a confesar cuando nos llevaba a mi hermano y a mí. Iba cada vez más haciendo mía la relación personal con Jesús y la Virgen María y esto se nutría con muchos libros religiosos y revistas que recibíamos en mi casa. Cada vez recibía con mayor sentimiento la comunión y el perdón de los pecados, de manera que muchas veces me dijeron que iba a ser sacerdote…Yo no decía ni sí, ni no, sino que lo que Dios quisiera. Algunas veces me ilusionaba, pero ahí quedaba. En cualquier caso, fortaleció mi fe el participar en los grupos de oración a los que iba mi madre.
Encuentro con Jesús
El plantearme mi compromiso cristiano y conocer la vocación sacerdotal sistemáticamente fue cuando mi hermano y yo entramos en contacto con Regnum Christi y nos reuníamos con jóvenes los viernes por la tarde en Molina y posteriormente en Murcia. Jugábamos un partido, merendábamos, catequesis y Misa, oración ante el Santísimo. Tras unas intensas catequesis en el CEU de Molina de Segura recibí la confirmación en la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de Lorca junto con mi prima Fátima. Muchos creemos que fue profético lo que el vicario dijo: “de aquí va a salir un cura y una monja”… la monja ya ha salido ¡Sor Fátima de Jesús! El cura está en camino todavía… por lo pronto empecé a dar catequesis a los jóvenes del Club ECYD.
Había ido ya varias veces a conocer el Seminario de los Legionarios de Cristo en Salamanca: una experiencia preciosa. A los 18 años previo permiso de casa y tras finalizar satisfactoriamente el Bachillerato y matricularme en la primera promoción de Grado en Educación Primaria en la UMU, había aceptado la propuesta de D. Justo Gómez LC de hacer la experiencia de un mes con los Legionarios de Cristo en Ontaneda (Cantabria). Fuimos en tren, leyendo a Garrigou Lagrange. La acogida estupenda, saludamos al superior general… palpé que había muchas esperanzas en mí. Pero en esos días salieron a la luz escándalos sexuales del fundador. Mi padre horrorizado vino a por mí. No hice por quedarme: ¿podía ser cierto? Me dio hasta miedo.
Así que empecé Magisterio. Ser sacerdote quedaba en un segundo plano, pero la fe la vivía intensamente y daba testimonio entre mis compañeros. Casi al terminar la carrera, un hombre de Dios me ayudó a tomar una opción libre por la voluntad del Señor cualquiera que fuese, y seguirla de todo corazón. Me ayudaron mucho sus palabras, y desde que expuse el TFG, estuve replanteándome la vocación cristiana.
Una anécdota: un día después de confesar y comulgar iba preguntándole al Señor ¿dónde, dónde?... imaginaba una congregación… justo se cruzaban dos religiosas que hablaban entre ellas. Lo único que les escuché fue: “¿Dónde está el Seminario? Pues bien…” Pero seguía en las mismas, pues no conocía el Seminario Diocesano y tenía prejuicios. Hasta que un sacerdote de referencia para mí me invitó a confiar y a empezar cuanto antes. Tenía 23 años. Desde entonces doy gracias a Dios por este tiempo de formación.
El hoy de mi vocación
Intenso, en comunión con los compañeros, deseoso de servir al pueblo santo de Dios mediante el sacerdocio. Cada vez más “Todo-terreno” en una gozosa obediencia al Señor en los superiores. Ofreciéndome y colaborando en todo lo que está a mi alcance.
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