Testimonio vocacional de Brian Palao
"Vale la pena entregar la vida por Él, porque nos da todo para ser felices"
Soy Brian Palao Abellán, de la parroquia del Niño Jesús de Yecla. Tengo 20 años. Mi vocación se sustenta sobre tres columnas fundamentales: la oración, la dirección espiritual y la devoción a María. Tras recibir la primera comunión, como tantos jóvenes deje de ir por la parroquia. Yo no conocía a Jesús, pero si me trasmitieron desde pequeño el amor a María. El tiempo fue pasando y como tantos jóvenes fui poniendo mi vida en la diversión del salir, el pasarlo bien, los amigos etc.
El sacerdote vino un día a proponernos la catequesis de confirmación al instituto. Yo me apunté por los amigos y fue ahí cuando comencé a descubrir a Jesús en mi vida. Poco a poco fui participando de las actividades que ofrecía la parroquia, peregrinaciones, convivencias, vigilias, el coro parroquial. De igual modo fui acercándome y fijándome en la figura de los sacerdotes.
Comencé poco a poco a hablar con ellos y me adentraron en la oración y en la confesión. También en este tiempo pude conocer testimonios de sacerdotes que habían buscado seguir fielmente al Señor como el de d. Dámaso Eslava y el de d. Miguel Conesa. Estos ejemplos de entrega y seguimiento pleno al Señor iban calando en mi corazón. También conocí a los tres seminaristas que había en ese momento de Yecla y a relacionarme con ellos.
Comencé una dirección espiritual lo que me ayudó a ir ordenando mi vida, ponerme a la escucha de lo que el Señor quería para mí y centrar mi mirada en Cristo. En la oración fui comenzando a preguntarle al Señor lo que quería de mí. Con el tiempo el Señor, en la oración fue llamándome y proponiéndome el ser sacerdote. Yo no quería responder fielmente a lo que el Señor me estaba pidiendo, no quería dejarlo todo por seguirle. Vivía en la mediocridad y la doblez y poco a poco con el tiempo fui abandonándolo todo por miedo y por falta de entrega por mi parte y volví a abandonar a Cristo y a dejarlo todo de lado.
Pero el Señor volvió a salir a mi encuentro lo que me hizo retomar la oración y preguntarle qué quería de mí. Yo quería responder pero le pedía al Señor que necesitaba una prueba para ver claro qué es lo que el Señor me pedía. En esos días, en Yecla había una ordenación sacerdotal a la cual me resistí a ir. En ella me encontré con el rector del Seminario el cual me preguntó si alguna vez me había planteado ser sacerdote y me invitó al preseminario. Esto me llevo a retomar la dirección espiritual para volver a organizar mi vida y poder responder generosamente a lo que el Señor me pedía. Perdí el miedo al qué dirán y comencé el preseminario. Y posteriormente en Septiembre del año 2016 comencé en el Seminario Mayor "San Fulgencio" de la Diócesis de Cartagena.
Tuve la suerte de poder vivir mi periodo de discernimiento junto a una amiga, hoy carmelita descalza, la hermana Raquel de Jesús. Hoy también ella vive entregando su vida al Señor en el monasterio de M.M. Carmelitas de Piedrahita, en Ávila. En el Seminario, no todo son buenos momentos. Hay momentos de lucha y dudas pero soy feliz al saber que estoy cumpliendo lo que Dios quiere y veo como Él me va acompañando en el camino que tiene preparado para mí. Vale la pena entregar la vida por Él, porque nos da todo lo necesario para ser verdaderamente felices.
Como decía el sacerdote d. Miguel Conesa: "Seamos para Cristo, unidos a María, amor entregado. Sea Jesús nuestra única gloria y nosotros con la Virgen seamos gloria para Él". Y esto es lo que intento ayudado de María, poder ser cada día un poco más de Cristo para poder darle gloria con mi entrega. Mi vocación ha estado siempre guardada por María. Su manto me ha estado cubriendo en los momentos de debilidad y ella sigue ahí, mirándome de una manera maternal ayudándome a perseverar día a día en mi vocación. A sus pies comenzó todo y día a día Ella sigue haciendo todo esto posible, ayudándome a avanzar y perseverar cada día más y más.
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