Testimonio vocacional Juan Pablo Palao
"Todo esto solo me ha dado la felicidad y la paz en el Señor"
Me llamo Juan Pablo, tengo 24 años, soy de Yecla y estoy en quinto curso del Seminario Mayor San Fulgencio. Soy el menor de cuatro hermanos de una familia cristiana, por lo que parte de mi vida se ha desarrollado en un ambiente cristiano. La influencia de este entorno en mí fue y sigue siendo muy grande, sobretodo en la residencia de ancianos Desamparados de Santa Teresa de Jesús Jornet, en la que mi padre trabajaba, dónde las palabras de las religiosas cuando apenas tenía 5 o 6 años me hacían reflexionar ya sobre qué quería Dios de mi vida. Recuerdo en los primeros años de colegio, cuando la maestra nos preguntaba por lo que queríamos ser de mayor y yo siempre respondía “cura misero”, y como la maestra veía en mi ese “algo” que dicen tener los llamados al sacerdocio, lo que todavía hoy me recuerda.
A los 7 años llega el momento de la catequesis de Primera Comunión en mi Parroquia, donde podía desarrollar mis inquietudes. El año de mi comunión coincide con el 50º de la Coronación de la Patrona de Yecla, año importante para la ciudad y para mi familia y es ahí donde yo comienzo a ser monaguillo en las procesiones y en las Misas, participando también en el coro parroquial.
Todo sigue igual hasta que en 2º de ESO comienzo las catequesis de Confirmación en la parroquia, donde en un ambiente agradable sigo creciendo en la Fe junto a mis compañeros y amigos, pero llega ese crítico momento en el que me tomo la Iglesia y mi vida cristiana un tanto a la carta, a mi manera, pero con la idea de la llamada rondando siempre mi cabeza. Tras confirmarme y quedar un tanto descolgado de cualquier grupo o movimiento parroquial, continúo viviendo la Fe, aún descuidando muchos aspectos.
Las Fiestas de la Inmaculada de Yecla en especial, y también la Semana Santa, son pilares muy importantes en mi vocación pues eran las principales fuentes de Fe que yo recibía fuera de la eucaristía dominical, por lo que considero que la piedad popular fue otro medio que utilizó el Señor para ir acercándome a Él.
Tras acabar los estudios de bachiller comienzo los estudios universitarios de Geografía, sabiendo que la llamada al sacerdocio estaba presente, pero era demasiado pronto para plantearme mi entrada en el Seminario, pues los miedos y las ideas negativas rondaban mi cabeza. El verano de 2013 es cuando mi vida gira totalmente. La misa se convierte entonces en el centro de mi día todas las mañanas.
Comenzado el curso, el sacerdote de mi Parroquia me propone formar parte activa de la misma en un grupo de catequesis de primera comunión y otras actividades como el coro, etc. Desde ese momento Cristo y la parroquia es el pilar más importante de mi vida. Pasada la Navidad y por casualidad me entero que el Seminario va a realizar unos Ejercicios Espirituales para jóvenes. Tras mucho pensarlo y meditarlo decido inscribirme y acudir, sin más propósito que “pasar el fin de semana”, pero estos ejercicios fueron el encuentro definitivo para decir SÍ a Dios. De estos ejercicios vuelvo nuevo, con la mentalidad cambiada y con la vista puesta en responder a la llamada que Cristo me hace. Mi vida activa cristiana se intensifica con el rezo del rosario, el asistir a la Iglesia todas las mañanas, acudir más a la confesión… también es aquí donde conozco a algunos de los que hoy son mis compañeros de Seminario y con los que mantuve la relación y eran ellos los que me animaban a volver y a pensarme las cosas, en ocasiones por la insistencia de estos, lo cual hoy recuerdo con alegría. Ese mes de mayo tengo la oportunidad de volver de nuevo al Seminario a la fiesta de consagración a la Señora, sintiendo en mi la emoción y alegría de los seminaristas que se consagraban a la Virgen este año y notando la llamada que yo tenía para estar en ese corazón algún día; también mayo fue un mes especial en Yecla, pues se celebra el Mes de María en el Santuario del Castillo todas las mañanas, donde continuaba mi discernimiento bajo los ojos de la Virgen.
Estos meses fueron difíciles para mí, ya que mi personalidad es tímida y no me gustaba hablar de estas cosas, y siempre recordaré de este tiempo esas llamadas del Rector, don Sebastián, invitándome al Seminario, y las llamadas de los compañeros que tanto fruto dieron. Y así llegó junio y la Convivencia Vocacional del Seminario. Pese a no querer asistir en un principio, acabo yendo a esta convivencia y allí veo como cada hora que pasa es gracia para mí; hablaba con los compañeros y veía que Dios me quería decir algo a través de ellos. Finalmente en esa convivencia, tras hablar con el rector y darle muchas vueltas doy el paso de entrar al Seminario. Nunca olvidaré aquel 16 de septiembre en que yo, junto a otros 8 jóvenes, vine al Seminario con grandes nervios y preguntas, para entonces sí, dar ese gran paso y entrar al Seminario.
Todo esto solo me ha dado felicidad y paz, no sin miedos y dudas, pero sé que Dios está conmigo y que estoy rodeado de mis hermanos Seminaristas, de los formadores y directores espirituales y de buenas personas que el Señor pone en mi camino para vencer todos los problemas y crecer como cristiano y seminarista, dando todos los días gracias a Dios por el regalo tan grande que me ha dado.
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