Del 12 al 25 de julio un grupo de seis seminaristas de los cursos de primero y tercero estuvimos realizando una misión rural en Archivel. Tras pasar allí quince días compartiendo con la gente del pueblo y con su párroco D. Francisco Parra, esta es la experiencia con la que terminamos y con la que le dimos gracias al Señor y al pueblo de Archivel en la Eucaristía de clausura de la Misión Rural:

Gracias, Señor, gracias. Sólo podemos decir gracias. En esta Eucaristía de clausura de la Misión, Andrés, Antonio, Pablo, Juan Pablo, José Antonio y Daniel damos gracias a Dios por este pueblo de Archivel. Desde el primer momento, nos quedamos asombrados por vuestro espíritu de acogida, de servicio, de entrega; y, desde el primer momento, lo hemos degustado en los desayunos. Gracias por abrir vuestras casas y tratarnos como a uno más de vosotros. Por eso, sólo podemos dar gracias.

Te damos gracias, Señor, porque todos los días hemos podido comenzar la jornada con lo más maravilloso que tenemos: poder adorar a Jesús en la Eucaristía y alabarlo y darle gracias por el nuevo día que nos regalaba con la oración de las laudes.

Te damos gracias, Señor, porque nos has dejado asombrados por la obra que has hecho, estás haciendo y harás en este pueblo. Esto lo hemos podido comprobar trabajando todos los días con los niños. ¡Venían más de veinte! No esperábamos a tantos. Hemos compartido con ellos muchos juegos, actividades. En las catequesis hemos aprendido las catorce obras de misericordia, y lo más novedoso fue la gran gymkana en la que pudimos descubrir el gran Tesoro Escondido que tiene Archivel: Jesús, presente en el Sagrario. Gracias de verdad, porque más que aprender vosotros hemos aprendido nosotros y os llevaremos siempre en el corazón.

Te damos gracias, Señor, por los enfermos. El Señor ha bendecido esta misión creando un grupo de visitadores de enfermos para descubrir en cada uno de ellos el rostro de Jesús. Hemos podido acompañarlos en sus sufrimientos, en su soledad, en su enfermedad y hemos salido reconfortados pues con todo eso nos han respondido con una sonrisa.

Te damos gracias, Señor por los jóvenes y por los niños. Aunque el primer día nos dijeron que no vendría ninguno, a día de hoy damos gracias a Dios porque una vez más nos vuelve a sorprender. ¡Hemos creado el grupo CYA! No es un grupo de espías, sino un grupo de jóvenes católicos de Archivel. ¡Gracias, Señor! En ellos, hemos podido ver tu mano que sigue actuando entre los jóvenes de este gran pueblo y que ya sentimos como nuestro. Hasta el más tímido de ellos, José Picón, pudo dar su testimonio en la Vigilia delante de tantas personas. ¡Decidme si esto no es un milagro! Con ellos hemos estudiado el YOUCAT, hemos aprendido cómo rezar, cómo pasárnoslo bien estando con Jesús, hemos salido de excursión y hasta hemos subido al Santo. ¡Quién nos lo iba a decir! Sobre todo, hemos experimentando la misericordia de Dios en la confesión que tuvimos ayer por la tarde.

Te damos gracias, Señor por el grupo de catequistas y el grupo de los ENS, con los que hemos podido compartir nuestras experiencias de caminar juntos y en diferentes grupos hacia el encuentro del Señor. Es más, has querido que se forme un equipo de lectores que proclame tu Palabra todos los días en cada Eucaristía.

Te damos gracias, Señor, porque tu misericordia desborda sobre nosotros: se ha creado un grupo de matrimonios. De momento solo son tres, pero por algo se empieza y, como la levadura que fermenta la masa, seguro que este grupo va fermentando y creciendo para hacer, de los matrimonios de Archivel, familias cristianas donde Jesús sea su centro. Ánimo y gracias.

Te damos gracias, Señor, por las noches realmente gloriosas en las que te has manifestado grande con nosotros, tanto en la plaza del pueblo como de la Iglesia, como fueron la noche del cine familiar de verano, la reunión con matrimonios, y las distintas catequesis en las que hemos podido recordar ese amor primero y la frescura de la fe que nos lleva a seguir cada día más a Jesús.

Te damos gracias, Señor, de un modo especial, por el párroco, por vuestro párroco, por D. Francisco. En él hemos podido experimentar la figura del Buen Pastor, que se preocupa por sus ovejas, las reúne y las lleva a frescos pastizales a reposar. Te has desvivido por nosotros, porque no nos faltara de nada. Tu casa ha sido nuestra casa, tu tiempo para nosotros, nos has animado, apoyado, no has puesto pega a nada. Y eso es de agradecer. Gracias porque hemos aprendido mucho de ti, hemos conocido la dura realidad de los campos y como con entrega, entusiasmo, servicio, sacrificio y sobre todo alegría, mucha alegría y todo envuelto en oración y sabiendo que lo haces por el Señor, sale adelante. Y  bien sabemos que como la otra noche en el Karaoke puedes cantar eso de “no me moverán”. Gracias porque hemos compartido momentos de alegría, de risas, de ponerse serio, nunca olvidaremos tus bromas y a tu pájaro “Misi” que ha aprendido a hablar. Gracias por tu hospitalidad, servicio, entrega, tus palabras y sobre todo tu testimonio. Gracias de corazón, nos ha ayudado mucho en nuestra vocación y ya eres parte de nosotros. Gracias y vosotros, archiveleros, cuidarnos a nuestro “Parrica”.

Te damos gracias, Señor, porque entre nosotros hemos podido experimentar lo que dijo el Señor, eso de ser uno para que el mundo crea. Hemos podido trabajar juntos y así dar testimonio de Cristo y lo hemos podido anunciar a tiempo y a destiempo. Había noches que dormíamos apenas cuatro horas, y a pesar de eso hemos podido sacar tiempo para la oración, cosa que ha sido imprescindible para llevar a cabo esta misión.

No queremos terminar sin darles gracias a Pedro, que nos ha acompañado durante estos días haciéndonos de guía, de consejero, de compañero, nos ha aguantado lo que no está escrito y aun así sabemos que nos echará de menos. Pedro, te lo hemos dicho hasta la saciedad y te lo volvemos a decir, tienes las puertas del Seminario abiertas para entrar cuando quieras, así que ánimo, que en septiembre te esperamos.

Santa Bárbara bendita, que en cielo estás escrita, al salir hoy de forma extraordinaria por las calles de Archivel, escribe en nuestros corazones todo lo vivido en estos días para que nunca lo olvidemos y podamos ponerlo en práctica al volver del verano, que pongamos a Cristo en el centro de este pueblo, en el centro de nuestras vidas y solo así podremos ser feliz.

Para acabar, tenemos que decir que tenemos el "corazón partío”, como dice la canción, y que si nos volvieran a mandar vendríamos encantados, sin rechistar, a la primera. Gracias de verdad. Gracias de todo corazón. Nunca os olvidaremos. No nos olvidéis. Rezad por nosotros y sabed que nosotros seguro que rezaremos por vosotros. Mil gracias.

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