Gracias Señor por tantos dones con los que nos enriqueces. Anoche en la Vigilia mensual de Oración por las vocaciones, mas de 200 personas, signo y realidad de la comunión de la Iglesia, unidas en una misma oración: "Concédenos Señor vocaciones a la vida sacerdotal"

Fotos de la Vigilia

Compartimos con vosotros el Evangelio y la meditación de este Jueves:

Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Jn 2, 35-42

Meditación:

El encuentro tiene lugar a orillas del Jordán. La presencia de los futuros discípulos, que como Jesús vinieron de Galilea para vivir la experiencia del bautismo administrado por Juan, ilumina su mundo espiritual. Eran hombres en espera del Reino de Dios, deseosos de conocer al Mesías, cuya venida era anunciada como algo inminente. Les es suficiente que Juan Bautista señale a Jesús como el Cordero de Dios (Cf. Juan 1,36) para que surja en ellos el deseo de un encuentro personal con el Maestro. El diálogo de Jesús con sus primeros dos futuros apóstoles es muy expresivo.

A la pregunta: «¿Qué buscáis?», responden con otra pregunta: «Rabbí -que quiere decir, "Maestro"- ¿dónde vives?». La respuesta de Jesús es una invitación: «Venid y lo veréis» (Cf. Juan 1, 38-39). Venid para poder ver. La aventura de los apóstoles comienza así, como un encuentro de personas que se abren recíprocamente. Para los discípulos comienza un conocimiento directo del Maestro. Ven dónde vive y comienzan a conocerle. No tendrán que ser heraldos de una idea, sino testigos de una persona. Antes de ser enviados a evangelizar, tendrán que «estar» con Jesús (Cf. Marcos 3, 14), estableciendo con él una relación personal. Con este fundamento, la evangelización no es más que un anuncio de lo que se ha experimentado y una invitación a entrar en el misterio de la comunión con Cristo (Cf. 1 Juan 13).

 

BENEDICTO XVI, Audiencia General del 22 de marzo de 2006 

¿Has pensado que Dios te puede estar pidiendo algo más? Él es todo lo que buscaba, ¿has pensado irte a vivir con Él? “Venid y lo veréis”. No te conformes con conocerlo, vive con Él, entra en su intimidad, en su confianza y pregúntale, ¿qué quieres de mi?

 

Lo que Dios quiere de ti, tienes que averiguarlo cara a cara con Él”

(Santa Teresa Benedicta de la Cruz)