El pasado 29 de mayo el Seminario Mayor san Fulgencio recibió las reliquias de san Maximiliano María Kolbe fundador de la Milicia de la Inmaculada en 1917. Las reliquias del padre Kolbe siguen itinerantes por distintos puntos de España.  Este encuentro con el mártir de la caridad fue gracias al gesto generoso de la (MI) que tiene su sede en Murcia, concretamente en el Eremitorio de Ntra. Sra. de la Luz.

La visita de las reliquias -que permanecieron durante 24 horas en el seminario- coincidió con el último día del Triduo al Corpus Cristi que se celebró en la capilla mayor. En la reflexión sobre la vida y muerte de san Maximiliano María Kolbe se destacó su íntima vinculación con la Eucaristía a lo largo de su labor como sacerdote y fraile franciscano.

San Maximiliano María Kolbe encontró en la Eucaristía la fuente principal de su apostolado, y la esperanza de unir a todo el mundo como una familia sobre el amor a la Eucaristía y a la Virgen María. Este ideal es perseguido por toda de la Milicia de la Inmaculada extendida por los cinco continentes.

Contemplando el misterio de la Eucaristía el Padre Kolbe estaba convencido, y esta convicción le inspiró para fundar la MI “que el Santísimo Sacramento es el más rico de los tesoros divinos en la tierra, la fuente de la santificación de las almas y para la conversión del mundo". San Maximiliano basa su fe en la Eucaristía, en el Evangelio y en la enseñanza de la Iglesia.

En una ocasión dijo a sus hermanos: "El tiempo durante el cual Jesús habita en nosotros bajo las especies sacramentales es el más precioso de todo el día". No sólo el cuerpo sino "el alma se convierte en un tabernáculo de vida. En aquel momento el alma de Jesús se une a nuestra alma y se convierte en el alma de nuestra alma. No podemos entender todo esto, solo percibir los efectos. Cuántas gracias uno puede recibir, si llega el mismo dador de gracias."

San Maximiliano recomienda especialmente la Adoración al Santísimo Sacramento. Cuando uno cree en la presencia Real del Dios-hombre en el tabernáculo. Cuando uno profesa como el Padre Kolbe: "Él es nuestro todo y por ello no puedes permanecer indiferente, sobre todo cuando se habita cerca de la casa de Dios. El amor nos impulsa a visitar al divino prisionero de amor. Por medio de la adoración al Santísimo recibimos muchas gracias para la conversión y santificación de las almas. Allí fluye un caudal ininterrumpido de oración. La oración es el poder más grande del universo, capaz de transformar a cada uno de nosotros, capaz de cambiar la faz de la tierra".

Esto fue lo que inspiró al padre Kolbe a dar su vida por la de un compañero en el campo de concentración de Auschwitz. Innumerables veces había meditado sobre esta verdad en la presencia de nuestro Salvador.

Jesús eligió la muerte en la cruz para que pudiéramos tener la plenitud de su vida en el Santísimo Sacramento.

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