La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones se celebró el pasado jueves 27 de abril en el Monasterio de San Ana de las Madres Dominicas de Murcia, a cargo de la Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional y de la CONFER. La vigilia, que comenzó a las ocho y media de la tarde, aglutinó a un número considerable de fieles, tanto laicos como religiosos, y contó con la presencia en pleno de los seminaristas mayores, que se encargaron de la ambientación musical. La Jornada se inició con un canto de alabanza al Señor por el don de la vocación, por la llamada que hace a todos los hombres y mujeres a seguirle en una misión concreta. Se insistió en la escucha atenta, para que la voz de Cristo resuene en lo más profundo de nuestro corazón, porque, como explica Benedicto XVI, « la vocación no es fruto de ningún proyecto humano o de una hábil estrategia organizativa. En su realidad más honda, es un don de Dios, una iniciativa misteriosa e inefable del Señor, que entra en la vida de una persona cautivándola con la belleza de su amor, y suscitando consiguientemente una entrega total y definitiva a ese amor divino. » En la Vigilia se expuso el Santísimo Sacramento y, ante Él y con gran devoción, se pidió a Dios por la vocación al matrimonio, por la formación de familias que recuerden al mundo la dignidad del amor humano y la belleza de la vida familiar; por la necesidad  de hombres y mujeres que dediquen su vida a la noble labor de educar, atendiendo a los jóvenes y formándolos en el camino del Evangelio; por  las vocaciones religiosas, por hombres y mejores que dediquen su vida a la búsqueda de la caridad perfecta, siguiendo a Cristo en castidad, pobreza y obediencia y sirviéndole en sus hermanos y hermanas más pequeños; por las vocaciones a la vida religiosa contemplativa, que sostiene el testimonio y la actividad de la Iglesia con su oración constante; y también por las vocaciones sacerdotales, para que envíe buenos y santos sacerdotes, hombres dispuestos a dar su vida por sus ovejas. Y también se pudieron escuchar los testimonios de José Miguel Cavas, seminarista de tercer curso del Seminario san Fulgencio; y la de la Madre Abadesa del Monasterio donde tuvo lugar la Vigilia Sor Inmaculada, que nos sobrecogió a todos con sus más de veinte años de dedicación a la vida religiosa. Ambos contaron su llamada a sus respectivas vocaciones, y se refirieron a la necesidad de la escucha necesaria para saber qué quiere Dios de nosotros y a la felicidad verdadera y gozosa que solo se alcanza en Aquel que es suma Felicidad. Ver fotos