Los inicios

Mi nombre es Javier. Nací en Murcia, el día 28 de septiembre de 2001, en el seno de una familia cristiana de ocho hijos, que vive su fe desde la realidad del Camino Neocatecumenal. Debido a esto siempre he estado acercado a Dios y a la Iglesia. Cuando era pequeño recuerdo que no me gustaba ir a la Eucaristía porque me aburría, cosa que cambió cuando hice las catequesis del Camino en la Parroquia de San Bartolomé de Murcia y entré en mi propia comunidad. Entonces me gustaba mucho ir a las celebraciones y tener ese acercamiento con Dios, pero mi relación con la Iglesia solo era esa: nunca he tenido un acercamiento en la parroquia fuera de lo que es el Camino.

La llamada

Llevo sintiendo la llamada desde hace cinco años, cuando realicé una visita al Seminario con el colegio. Durante estos cinco años, me vino muchas veces, en períodos intermitentes de tiempo, la idea de entrar al seminario, pero nunca daba el paso de contarlo por miedo a lo que podría pensar la gente de mí, y porque siempre buscaba inconvenientes de entrar al Seminario. A finales de mayo de este año 2020, volví a sentir esto de una manera más fuerte en la mañana de Pentecostés, y ese pensamiento era tan fuerte que empecé a contarle lo que sentía a mis amigos y, a las semanas, a mis padres, hasta que finalmente hablé con mi párroco, D. Roberto Burgos, que me ayudó mucho con esta decisión. Hablé también con un seminarista que conocía y me invitó a ir un día al seminario para hablar con D. Manuel, quien me sugirió participar en una convivencia vocacional en Los Urrutias. Esta convivencia me ayudó mucho a darme cuenta de que el Señor realmente me estaba llamando a esto, por lo que le dije que “sí”.

El hoy

Llevo tan solo un mes y medio en el seminario. Pero, en este poco tiempo, con ayuda del rector, los formadores y el director espiritual, he estado descubriendo muchas cosas de mí que desconocía, y sobre todo me he dado cuenta, mediante la oración, que realmente el Señor me sigue llamando a la vocación sacerdotal. Continúo en este camino dejándome en las manos del Señor y confiando en Él.