El pasado jueves día 5 tuvo lugar la Vigilia de oración por las vocaciones del mes de Diciembre. Fue un momento emocionante en el que nos pusimos en la presencia de Dios para orar por nuestras necesidades, especialmente por las vocaciones sacerdotales. 

Además, Eduardo quiso compartir con nosotros su experiencia vocacional, ya próxima su ordenación diaconal el próximo domingo a las 17:00 horas en San Nicolás de Bari, en Murcia. Aqui os dejamos su testimonio:

Me llamo Eduardo Miguel Sabater Jiménez, soy de Murcia y tengo veinticinco años. Mi vocación al sacerdocio comenzó a surgir siendo adolescente. Yo no he recibido ninguna influencia a vivir una vida cristiana, tanto en el entorno familiar, como de amistades.

¿Cómo descubrí que Dios me llamaba por el camino de la vocación sacerdotal? Fue poco a poco al ir dándome cuenta que aquello donde estaba colocando mi corazón no conseguía hacerme feliz.

En una convivencia conocí a un sacerdote, al cual le manifesté aquello por lo que estaba pasando, le comenté que podía tener todo aquello que quisiera pero me sentía vacio y mi vida la contemplaba sin sentido. También le desarrollé que había buscado la felicidad en todas partes pero la consecuencia siempre era una felicidad pasajera. Este sacerdote me aconsejó seguir un nuevo camino y era tener un encuentro con Dios. Tras acudir a la Iglesia de manera frecuente y recibir el sacramento de la reconciliación mi vida comenzó a cambiar, Dios me hizo ver el sentido de mi vida, de mis acciones, comencé a tener visiones de futuro, incluso me hizo mirar mi vida desde otra perspectiva, una mirada de fe y esperanza.

Tomé la decisión de estudiar psicología para poder así ayudar a las personas que más lo necesitaban a recobrar la esperanza que podían haber perdido y hacerles ver que Dios está presente en nuestras vidas. Tras comentárselo al sacerdote su respuesta fue: “es una buena opción” y seguidamente me hizo una pregunta: “¿Has preguntado a Dios si quiere que seas sacerdote?” “¿Has preguntado a Dios cuál es su voluntad?”. Fue a través de estas preguntas como me introduje en una oración profunda, descubrir y cumplir cual es la voluntad de Dios. Este proceso de reflexión y escuchar a Dios me llevo a dejar la carrera de Psicología, a tener experiencias de convivencias en el seminario y tras hablar con el rector del mismo y los formadores, tomé la decisión de ingresar en el Seminario Diocesano.

Desde aquel momento, ya han pasado más de cinco años. Y mi sensación es de una paz y de una tranquilidad inmensa, que nunca había experimentado anteriormente. Yo pensaba que no podría seguir este camino pero ahora puedo decir que Dios no pide algo que no podemos dar y si fuera así, Él nos concede la gracia para llevarlo a cabo. Mi corazón se une al de la virgen y hoy puedo decir “el Señor ha hecho grandes obras en mí”.

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