Los inicios

Me llamo Ciprian, nací en Rumanía y pertenezco a una familia creyente, pero poco practicante. Mi relación con Dios desde muy pequeño fue casi inexistente, aunque iba con mi abuela a misa los días de precepto, domingos y fiestas de guardar. Todo cambió cuando mi madre decide venir a vivir a España con mi hermana y conmigo. Me separé de mi abuela, con la que iba a la iglesia y por lo tanto perdí ese hábito de acercarme a Misa.

Cuando cumplí los 10 años, mi madre nos propuso a mi hermana y a mi hacer la primera comunión, a lo cual dijimos que sí, pero no con el claro pensamiento de que íbamos a tomar al mismo Jesús sacramentado; íbamos con la idea de los regalos y de que seríamos los únicos protagonistas de ese día.

Después de la primera comunión empecé la catequesis de confirmación y ahí es cuando conocí a Ana Galeote, una Salesiana del Sagrado Corazón de Jesús; ella fue la que empezó a introducirme en la vida de la parroquia y la Iglesia. Desde ese momento es cuando es Señor empezaría su obra en mí llamándome a cumplir su voluntad.

La llamada

En el primer año de catequesis de confirmación, mi catequista, que pertenecía a la Delegación de Pastoral Juvenil de la Diócesis, nos propone una actividad anual que es llevada a cabo por el Seminario, la “Esperanzada”. Después de explicarnos de que consistía detalladamente decidí ir, pero sin ninguna intención de plantearme lo que le Señor quería de mí. Después de eso fui a numerosos encuentros que el seminario organizaba.

El último encuentro que realicé ese año fue el decisivo, donde sentí profundamente la llamada del Señor. Me fui a Ávila con el Seminario Menor ya que ese año se cumplían 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Fuimos a visitar numerosos monumentos relacionados con su vida, pero hubo uno que me desconcertó profundamente: cuando fuimos a visitar su corazón. Al entrar al santuario sentí como si todo el peso de ese lugar me cayera encima y en ese momento observé mi pobreza y lo pequeño que era.

Al mismo tiempo sentí que el Señor quería algo especial para mí y me sobrevino un enorme sentimiento de pertenencia al seminario. Eso lo interpreté como la llamada que el Señor me hacía a entregarme a los demás, en ese momento desde el seminario y más adelante desde el ministerio sacerdotal, e inmediatamente decidí ingresar en el Seminario Menor lleno de incertidumbre, nervios e inquietud, pero con mucha ilusión con la profunda certeza de que era eso a lo que el Señor me llamaba.

El hoy

Después de estar cinco años en el Seminario Menor y después de un período de discernimiento profundo de mi vocación, decidí poner mi vida en manos de esta Iglesia de Cartagena y a la vez toda la Iglesia Universal, respondiendo a la llamada que el Señor me ha hecho. Ha habido numerosos acontecimientos que han ayudado a cimentar mi vocación, pero el más importante y el que más me ha ayudado ha sido el ejemplo de Don Luís Martínez Mármol, párroco de Ntra. Sra. de la Asunción de Alcantarilla, parroquia a la que pertenezco, cuyo ejemplo era de entrega incondicional a los demás y que pocos veíamos.

Nunca os olvidéis de las personas que os ayudan a discernir vuestra vocación ni de las personas que os han apoyado. Para los que estéis discerniendo vuestra vocación, no tengáis miedo, el seminario es para vosotros. Y esto os lo digo de corazón: no dejéis que nadie ni nada os influya, solo el Señor es quien ayuda y quien llama para tomar esta decisión tan importante para nuestra vida.