aPASIONados por la
Misericordia
Pascua Vocacional 2016
Testimonios
¿Hasta dónde soy capaz de llegar por Él?
Cuántas veces hemos pensado al llegar la Semana Santa que todos los años volvemos a celebrar lo mismo de siempre pero sin embargo, Él hace nuevas todas las cosas y esta Pascua ha sido muy diferente. He tenido la gran suerte de poder celebrarla y vivirla junto a otros jóvenes en el seminario de Murcia.
La verdad que cuando llegué no sabía muy bien qué hacía allí pero ahora puedo decir que Dios me ha regalado una nueva casa y una nueva familia que me ha tratado como a una de los suyos.
Fueron unos días muy intensos en los que pude profundizar en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Hubo muchos momentos especiales como momentos de oración, de reflexión, la Eucaristía, momentos de compartir, testimonios…que me han ayudado a darme cuenta de lo grande que es el amor de Dios, de que Jesús fue capaz de entregarse y dar su vida por mí, de que Jesús me amó hasta el extremo…¿ y yo? ¿Hasta dónde soy capaz de llegar por Él?
Gracias, Señor, por el regalo que ha sido esta pascua y gracias a la familia del seminario por haber hecho posible esta gran experiencia.
HE VISTO COMO DIOS HA ACTUADO EN MI VIDA
El miércoles entré al Seminario como cuando voy de visita, pero el domingo cuando me fui era como si saliera de casa. Creo que ese sería el resumen de cómo he vivido la Pascua Vocacional a lo largo de estos casi cinco días en los que he compartido muchas horas con otros jóvenes que están discerniendo su vocación, la mayoría seminaristas. Desde el primer momento el ritmo fue intenso, con mucha oración, tiempo de meditación y, por supuesto, las celebraciones propias de la Semana Santa.
Esta experiencia no solo ha servido para profundizar en el sentido de cada día del Triduo Pascual y vivirlo con más profundidad, sino que además he visto cómo Dios ha actuado en mi vida y en la de otras personas. Mi Pascua Vocacional no comenzó exactamente el miércoles, sino que tuve ya que pararme a reflexionar sobre mi vocación unos días antes, cuando nos pidieron a mi novio y a mí que diéramos una de las charlas en forma de testimonio. Fue como una preparación para lo que iban a ser esos días, un ponernos delante del Señor, preguntarle qué quiere de nosotros y revisar cómo estamos respondiendo a su llamada.
Podría destacar muchos momentos especiales, testimonios de otras personas, gestos, reflexiones… pero me quedo con la noche de la Vigilia Pascual. Esa noche fue una fiesta que todos preparamos y vivimos con mucha ilusión y con una alegría muy auténtica, la de que de verdad Cristo ha resucitado. Después de haber estado durante varios días compartiendo momentos fuertes, experiencias e incluso cansancio, aquel grupo de personas a las que al principio no conocía muy bien celebramos juntos la fiesta de la Pascua como auténticos hermanos.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
ME ENCONTRÉ CON CRISTO CRUCIFICADO Y RESUCITADO.
El pasado Miércoles Santo me tocó, junto con algunos hermanos seminaristas, asistir a la Pascua Vocacional que ha organizado la Pastoral Vocacional de nuestra Diócesis. Para mi fue un verdadero viacrucis, y ahora puedo decir esto con toda a alegría del mundo.
Yo nunca había vivido una Pascua fuera de mi parroquia, y pensar eso no me gustaba nada, pero, verdaderamente, vine a la Pascua por obediencia. Empezó en ese momento un pequeño sendero hasta la Cruz, que terminaría en la Resurrección.
Los tres días del Triduo Pascual han sido una verdadera gracia. He podido experimentar los sentimientos de Cristo en cada momento, en cada celebración, en las meditaciones... y ahora puedo decir que he experimentado la alegría de la Resurrección.
El día que más me ayudó fue el Sábado Santo. Fue un día de desierto, de silencio y oración, pero también de compartir. Durante la mañana fuimos en peregrinación a la Fuensanta, realizando diferentes meditaciones y momentos de silencio. Ese tiempo de camino me hizo reflexionar, pararme a pensar, y ver todos los regalos que el Señor me había hecho en esos tres días, que fueron muchos.
Y, al fin, por la noche celebramos la Fiesta de las fiestas, la Pascua de Resurrección. Esa celebración me llenó de inmensa alegría. Recuerdo que estuve toda la Vigilia con una sonrisa enorme, y cada canto, cada lectura, cada rito... me ayudaron a contemplar a Cristo Resucitado. Fue una noche inolvidable...
Para terminar quiero nombrar a María, cuya presencia maternal no faltó en ningún momento. Su mirada clara, serena, amable y compasiva me acompañó en todo el Triduo, pudiéndo comprender de su mano cada misterio de la Pasión. Sé que ha gracias a Ella he podido vivir de verdad esta Pascua "aPasionante".
Me llamo Antonio, soy seminarista de cuarto curso del Seminario Mayor y os voy a contar mi experiencia vivida en la Pascua Vocacional. Empezamos esta aventura el Miércoles Santo un grupito muy diverso. Todos los que participamos teníamos en común que era la primera vez vivíamos fuera de un entorno familiar o parroquial estos momentos fuertes en la vida de todo cristiano. Destacaría la primera reunión donde todos tuvimos la oportunidad de expresar lo que nosotros esperábamos de esos días. Oportunidad que nos hacia marcarnos y plantearnos con seriedad esos días.
Me gustó bastante el ritmo y la dinámica llevada tanto como los silencios y meditaciones, todo vivido desde la fe y la contemplación. Fueron como unos Ejercicios Espirituales. El Jueves Santo vimos "La Pasión" de Mel Gibson, donde nos pudimos hacer una idea lo que el Señor sufrió, amando hasta el extremo... En esta película apreciamos que Jesucristo “Fue traspasado por nuestras rebeldías, triturado por nuestras culpas.” (Is, 53). Las escenas de la flagelación fueron de las escenas más duras. Hubo un antes y un después, los rostros y el corazón nos cambiaron. Jesús pasó mucho para salvarnos.
El sábado nos pusimos en marcha hacia el Santuario de la Fuensanta. En una etapa del camino se nos invitó después de una meditación sobre los discípulos de Emaús a escoger a un compañero e ir de dos en dos en silencio para después del nuestra oración compartir con el compañero el paso de María en nuestra vida y compartir lo que habíamos escuchado de Jesús. La Vigilia Pascual fue impresionante. Me quedo y destaco el momento de la confesión de fe. El sacerdote nos hizo una invitación para proclamar la fe como nuestros hermanos cristianos de Jerusalén. Fue un momento único e irrepetible. Finalmente el Domingo acababan esos días. Nos encontramos con Cristo Resucitado, la luz que nos daba la gran alegría de sabernos cristianos y preguntarle al Señor sobre nuestra vocación a la vida consagrada, religiosa o sacerdotal.
Doy gracias al Señor, junto a María, nuestra Madre, que me concedió vivir en profundidad esta pascua 2016, en mi PreSeminario. Anteriormente había vivido el Triduo Pascual en mi parroquia, con matices diferentes.
El discurrir espiritual de estos días quedó marcado por una doble dirección; hacia dentro, hacia el corazón, y hacia fuera, en comunión con la comunidad del Seminario, el Curso Introductorio y los demás jóvenes que nos acompañaron.
En el corazón pude experimentar como la Liturgia nos hizo saborear tres días maravillosos, participamos de ella siendo así herramienta de contacto directo con Dios, alimento para el espíritu, semilla que deja huella, sintonía con Cristo, sobretodo en un aspecto sacerdotal por mi parte.
En el viaje hacia fuera, me ayudó en gran medida vivir la Pascua con mis hermanos del Seminario, y en especial, con los que este año procuramos discernir y encaminar nuestro ideal vocacional hacia el futuro.
Para terminar, he de decir que verdaderamente me siento movido a la gratitud, al estilo de María, al “estilo Magnificat”.
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