Nuestro hermano Álvaro Martínez de primer curso compartió ayer su testimonio vocacional en la octava Vigilia por las Vocaciones de este curso. Esta mes nos ayudaron a rezar, animando la vigilia con los cantos el coro de la Parroquia San Francisco Javier de San Javier.

Compartimos con vosotros la meditación de este mes:

Jesús dijo, refiriéndose a sus ovejas: «Mi Padre,  que me las ha dado…» (cf. 10, 29). Esto es muy importante, es un misterio profundo, no fácil de comprender: si yo me siento atraído por Jesús, si su voz templa mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí el deseo del  amor, de la verdad, de la vida, de la belleza… y Jesús es todo esto  en plenitud. Esto nos ayuda a comprender el misterio de la  vocación, especialmente las llamadas a una especial consagración.

A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirle, pero tal vez sucede que no nos damos cuenta de que es Él, precisamente como le sucedió al joven Samuel. Sois muchos jóvenes hoy aquí en la plaza.

Quisiera preguntaros: ¿habéis sentido alguna vez la voz del Señor que, a través de un deseo, una inquietud, os invitaba a seguirle más de cerca? ¿Habéis tenido el deseo de ser apóstoles de Jesús? Es necesario jugarse la juventud por los grandes ideales.

Vosotros, ¿pensáis en esto? ¿Estáis de acuerdo? Pregunta a Jesús qué quiere de ti y sé valiente. ¡Pregúntaselo! Detrás y antes de toda vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, está siempre la oración fuerte e intensa de alguien: de una abuela, de un abuelo, de una madre, de un padre, de una comunidad… He aquí porqué Jesús dijo: «Rogad, pues, al Señor de la mies —es decir, a Dios Padre— para que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 38). Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y dar fruto.

Invoquemos la intercesión de María. Invoquemos la intercesión de María que es la Mujer del «sí». María dijo «sí», toda su vida. Ella aprendió a reconocer la voz de Jesús desde que le llevaba en su seno. Que María, nuestra Madre, nos ayude a reconocer cada vez mejor la voz de Jesús y a seguirla, para caminar por el camino de la vida. Gracias.

Regina Caeli Papa Francisco 21 de Abril de 2013

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